Es admirable que músicos con una vasta trayectoria puedan seguir componiendo obras atrapantes y dignas, que vibran en rock furioso y canciones atmosféricas, o también nos recuerdan su génesis progresiva casi sinfónica. También hay lugar para la experimentación, el funk, las baladas terroríficas y para el sonido clásico de la banda, que incluye varios solos de guitarra y sintetizador magistrales.
Bob Ezrin produce este disco de enormes canciones de rock roll y capta perfectamente el alma del grupo en el estudio.
La Máquina Púrpura lo ha hecho de nuevo, un disco con guitarras incendiarias que por momentos deja sin aliento al escucha.
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