Ver en vivo a Chuck Berry en Montevideo a los 86 años de edad fue, sin lugar a dudas, algo surrealista. Si bien tenía claro que iba a ver a una persona mayor, nunca pensé que iba a estar en tales condiciones. Que no se malinterprete lo que estoy diciendo, esto de manera alguna cambia lo que es el legado de uno de los hombres más influyentes en la música que crecí escuchando, pero sí me deja un sabor extraño.
Al momento en que apareció en escena con su típica camisa roja brillante y gorro de marinero blanco, la gente, quienes eran de varias generaciones pero compartiendo un interés en común, lo recibió con el aplauso que se merece un tipo que le dedicó la vida a la música, por lo que cada golpe de manos iba acompañado de un genuino sentido de agradecimiento.
Cuando llegó la hora de tocar, el desconcierto fue inmediato, quien fue el creador de los riffs más característicos del Rock & Roll y de quién basta con ver la discusión que tuvo con Keith Richards para saber que era un detallista, parecía no poder embocar una sola nota. Encima la banda que lo acompañaba no supo manejar la situación, probablemente debido a la falta de habilidad que presentaban varios de sus integrantes, incluído el guitarrista, Charles Berry Jr quien es hijo de Chuck Berry.
Se podría decir que los únicos que estuvieron a la altura de la circunstancia fueron el tecladista Robert Johnson Loht, que con sus solos parecía querer invocar el espíritu que convirtió a temas como Roll Over Beethoven, School Days y Jhonny Be Good en clásicos y se nos eran presentados como simples parodias, e Ingrid Darlin Berry-Clay, hija de Chuck Berry, quién con sus apariciones, tanto en voz como en armónica, demostró que tiene la sangre del padre del Rock & Roll corriéndole por las venas.
Pese a los errores constantes cometidos por Chuck y la aparente falta de lucidez que tenía de a momentos, el público no paró de alentarlo, es que hay algo bastante especial en ver a una persona llegar a esa edad haciendo lo que le gusta, o al menos intentando. Además, aunque fuera una versión bastante deteriorada, era el gran Chuck Berry el que estaba ante nosotros.
Por otro lado, el espectáculo estuvo lleno de situaciones bizarras, como por ejemplo ¿Qué tiene que hacer el productor del espectáculo apareciendo en escena siendo presentado por el propio Chuck Berry? y cómo si esto no fuera extraño ya de por sí, una vez que estuvo arriba, jamás se bajó sino que por el contrario, interactuaba con los músicos mientras estaban tocando, llegando incluso a darle un empujón a la hija de Chuck, en lo que fue la antesala de un episodio todavía más confuso. Luego de hacer el famoso baile del pato durante la interpretación de Jhonny Be Good, hecho que propinó una lluvia de aplausos, Berry comenzó a verse afectado por el cansancio, por lo que se sentó unos segundos y al pararse nuevamente no pudo salir nunca de un tambaleo constante que terminó con el productor y algunos ayudantes llevándoselo, todo esto mientras la banda seguía tocando.
De esta manera culminó el pasaje de Chuck Berry, el padre del Rock & Roll por Montevideo, mientras, la gente sin entender lo que había pasado, pedía otra canción la cuál nunca llegaría.
Cabe decir, que por momentos, sobre todo mientras tocaban algun Blues, ritmo que por el tiempo en que se toca, más lento que el Rock & Roll, le sentaba mejor a Chuck, se pudieron ver destellos de genialidad que afloraban como reflejos propios de alguien que realmente supo lo que es sentir la música.
Igualmente, no deja de parecerme raro el hecho de que se esté dejando ésta imagen de un icono mundial de la música, me gusta pensar que el padre del Rock & Roll quiere seguir rockeando, pero debería de ser rodeado de mejores músicos y en un formato que le sea más acorde a su condición actual.
NOTA: La banda telonera de turno fueron The Supersónicos, quienes en un show que además de un Rock prolijamente tocado, tuvo matices teatrales fusionados con una especie de stand up realizado por Leo (cantante y guitarrista) que, entre tema y tema, incluyó chistes sobre la sexualidad y la edad de Chuck Berry, insultos a Elvis, referencias al precio de las entradas y otros tópicos “políticamente incorrectos”.
Por dicha actuación cosecharon varios aplausos y algunos insultos, pero se puede decir que asumieron de buena manera el papel de teloneros.
NOTA II: Si Keith Richards lee esto quiero que sepa que el pique por el cuál tuvieron aquella famosa discusión debe de ser el único que le sigue saliendo a la perfección.
FOTO: Guilermo Cardozo http://gcfotoperiodismo.com/
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